Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento. (Hipócrates)
He estado cerca de no empezar así el artículo: la verdad es que citar a Hipócrates nada más empezar da sensación de que voy a decir algo brillantísimo, cuanto menos. En realidad lo único que quiero hacer es hablar de la diferencia entre dos conceptos que hace años eran uno: comer y alimentarse. Para el camino, y para que reflexiones un poco, te dejo esa cita de Hipócrates.
Cuando llegan la hora de la comidas podemos enfrentarnos al plato de varias maneras: si llegamos con hambre necesitamos algo que nos sacie; si no tenemos nada de apetito comemos algo para no saltarnos ninguna comida. En cualquier caso esperamos que eso que ingerimos nos ayude con nuestras tareas del día, nos de energía y acabe formando parte de nuestro cuerpo. La cuestión es, entonces, qué ponemos en nuestro plato cada día, cómo lo cocinamos, cómo nos lo comeremos.
Desde hace algunos años hay mucha conciencia de la importancia de la alimentación para una vida saludable. La salud, se dice, empieza con lo que comes. Porque somos lo que comemos. Y si le añades la frase de Hipócrates con la que he empezado se cierra el círculo. Así que aquí viene la pregunta: ¿qué comemos?
Como soy una mujer con el corazón lleno de letras, para hacer este artículo empecé por acudir al Diccionario de la RAE para ver cuál era, en términos semánticos, la diferencia entre comida y alimento. No encontré nada muy significativo a nivel de idioma, porque la segunda acepción de «comida» equipara esta palabra a «alimento». Sin embargo, sí encontré algo curioso. Cuando comida y alimento son sinónimos hacen referencia a lo que el ser humano y los animales comemos y bebemos para subsistir, mientas que cuando hablamos propiamente de «alimento», sí encontramos que se trata de las sustancias que se reciben para la nutrición.
Yo deduzco, por tanto, que no es lo mismo sobrevivir que nutrirse, y tampoco es lo mismo comer que alimentarse.
Considero que la comida es todo aquello que es comestible, cualquier cosa que se puede ingerir, mientras que el alimento es más bien aquello que, además de ser comestible, nutre. Es lo que, siguiendo el razonamiento de Hipócrates, podría ser tu medicina. Aunque esta es sólo mi opinión, creo que no ando muy desencaminada.
La parte de la industria que llaman «sector de la alimentación» cada vez fabrica más comida y menos alimento. Solamente hay que darse un paseo por un supermercado para ver la cantidad de productos que se venden, el enorme lineal frío de los yogures con decenas de tipos diferentes, el marketing de embalajes, los colores, las tipografías, los diseños que hacen un producto sea destinado a un grupo de personas o a otro…
Eso es lo que ves cuando simplemente das un paseo, pero si te paras a leer las etiquetas el resultado es aún más tremendo: productos que duran meses a base de conservantes, estabilizantes y procesos productivos que no sé hasta qué punto (no soy nutricionista) mantienen las propiedades nutricionales del producto en cuestión; luego están los colorantes, para que sean productos más bonitos a la vista, porque hasta ese punto hemos llegado; o las listas de cinco líneas de ingredientes que lleva cualquier barra de pan de las grandes superficies.
Antes de que siga, no me malinterpretes. La manufactura siempre implica que se modifica la materia prima que se utiliza, y eso no es malo, porque de otra manera yo misma tendría que hacerlo cada día. Es decir: entiendo, apoyo y respeto a las industrias que fabrican productos de alimentación, porque muchas cosas que comemos tienen que ser transformadas primero (la pasta, los lácteos, la salsa de mostaza, el pan que yo no sé hacer en mi casa, etc). Pero creo que hay límites en todo.
Este tipo de pensamientos me viene a la cabeza sobre todo cuando pienso en términos de marketing: por ejemplo, muchos alimentos precocinados llevan cantidades de azúcares y saborizantes especialmente calculados para que repitas, para que el sabor te resulte adictivo. Por eso siento que cada vez hay menos alimento en las baldas de los supermercados, y más productos de diseño.
El campo no está mejor que los lineales de la tienda. Allí se seleccionan y se plantan aquellas especies diseñadas para resistir y ser más cómodas de comer, que darán frutos idénticos a los demás, y se fumigan las plantas que luego nos comemos para que las plagas no hagan estragos en ellas.
De todas formas no me gusta decir que todo es malo, ni en este ni en ningún otro tema de los que trato aquí contigo. Lo bueno de darse cuenta de algo así es que podemos dar pasos para cambiarlo, y es ahí donde está la posibilidad, la enorme posibilidad de hacer algo mejor. En este caso, cada día tenemos la puerta abierta a dejar de comer y empezar a alimentarnos.
Afortunadamente cada vez hay más conciencia de la diferencia entre estos dos conceptos: los mercados locales se revitalizan, igual que los grupos de consumo y los huertos ecológicos que nacen, y cada vez hay más relaciones directas entre proveedor y consumidor.
Por eso te propongo que empecemos a pensar en alimentarnos, en lugar de comer.
¿Cómo?
- Todo lo que está sin transformar, tal y como viene de la tierra, es alimento. Luego lo cocinarás (o no, si llevas una dieta cruda) pero hasta que llegue ese momento tendremos los alimentos en la misma forma en que salen de la tierra, y sabremos seguro lo que contienen.
- Leamos las etiquetas siempre. Una vez leí (no recuerdo dónde) que deberíamos comer alimentos envasados sólo cuando viéramos que apenas llevan unos pocos ingredientes y que podemos pronunciarlos todos. He ahí la cuestión para alimentarse al comprar productos manufacturados, y para ser consumidores responsables.
- No todo lo que viene envasado es malo, pero conviene empezar a distinguir. A veces, por razones lógicas, los alimentos necesitan una protección para poder ser vendidos (como en el caso de los lácteos, o de un tarro de mostaza). Otras veces el envase es innecesario, responde a cuestiones de marketing y el producto no resulta ser muy saludable. En ese caso, lo mejor para nuestra salud y la del Planeta es no comprarlo y comer algo mejor.
- Cuando comamos algo que sólo sea comida, hagamos que sea de forma excepcional. De vez en cuando todos comemos algo que preferiríamos no comer, pero si se trata de algo que nos permitimos una vez al mes no es lo mismo que si lo comemos cada mañana.
- Elijamos los restaurantes con cuidado. Cada vez hay más opciones saludables y está más de moda no comer comida rápida; y no hace falta irse muy lejos ni buscar debajo de las piedras, incluso eligiendo un menú del día en muchos restaurantes modestos estarás alimentándote mucho mejor que si ese día comes en esas cadenas de hamburguesas.
En resumen y volviendo a Hipócrates; empecemos a distinguir entre lo que puede ser medicina y lo que nunca lo sería.